Gilmer Mesa con Aranjuez de fondo
Gilmer Mesa fotografiado por Julián Gaviria en la terraza de una casa en Aranjuez

El estruendoso silencio de Las Travesías

Ituango, Antioquia, un municipio donde el dolor parece que llegó un día para quedarse y no irse nunca más. Ha sido testigo de las más cruentas masacres ocurridas durante el conflicto armado colombiano, algunas de ellas legendarias, otras enviadas al olvido y muchas más, acumuladas en el triste baúl de recuerdos de un sinnúmero de familias que las vivieron en carne propia, siendo obligadas a abandonar sus casas, sus campos, sus vidas. 

Allí, en ese municipio, se ambienta Las Travesías, la segunda novela del escritor antioqueño Gilmer Mesa, publicada por Pengüin y con la que el autor sigue explorando las formas de violencia y horror que vivimos en Colombia. Las Travesías es el nombre que aparece en la portada y también, el nombre que llevaba la finca en la que la familia protagonista vivió el amor, la traición, el horror y el dolor. 

Esta es la historia de un disidente de los cachiporros que, cansado de la guerra, decide fundar familia en un lugar en medio de la selva. Allí, con su ejército, se dividen una montaña y nace un poblado a las afueras de Ituango. A su pedazo de tierra, este disidente lo llama Las Travesías y ahí empieza todo lo que nos presenta la novela. 

El amor del hombre por una mujer, por sus hijos, por la hermana de su mujer, por los hijos que tiene con la hermana de su mujer, se ven manchados por la sangre y el dolor de la venganza, esa misma que ha contado tantas historias en Colombia y que ha traído tanto dolor a muchos hogares. 

En Las Travesías podemos sentir lo estruendoso del silencio, la hecatombe que se acerca, eso que la selva lleva más de cincuenta años enseñándonos, porque en cualquier momento, explota para traernos la tristeza y la muerte de la mano a abrazarnos. 

El libro cuenta con un estilo que cada vez identifica más a Gilmer, no sólo en la construcción de los párrafos, sino en la manera de narrar la historia. En él sientes que es una narración conversada, como si estuvieras hablando con alguien que te cuenta los hechos con pelos y señales mientras vas dándole sorbos a un café un domingo en la sala de una casa cualquiera. Una narración que podría llegar a ser costumbrista, pero que sin meterse en acentos, pone las comas donde hay que ponerlas para respirar, sorprenderse y finalmente escuchar la tragedia. Porque de eso sí que sabe este libro, de tragedias. 

Tres generaciones de una familia a la que la violencia la marcó y le trajo el dolor, el desplazamiento y la muerte. Generaciones que, entre el amor, el progreso, las armas, la venganza, el campo y la finca, ven cómo la incertidumbre empieza a formar parte de sus días. Una incertidumbre que se traga a algunos en la repetición y la locura, a otros los empuja al fondo de la cárcel y a los pocos que quedan en esa tierra que fue el sueño de un padre, los condena a la muerte. 

Posiblemente en esta novela encontremos un retrato de lo que somos como nación, en la que la guerra la libran, en los rincones más recónditos, los que menos tienen. Aquellos que pagan con sangre y dolor los rencores propios y de otros. Un retrato que se repite cada tanto, para recordarnos que reconciliarnos es una tarea que tenemos pendiente. 

Un libro que te dejará sin aliento con cada capítulo, que te sumergirá en el campo colombiano, en lo que pasa allá donde no llegan los noticieros, que te mostrará lo que lleva a muchos a dejarlo todo para evitar que su familia siga sufriendo.

Si quieres ver la conversación que tuvimos con Gilmer Mesa sobre su obra y su vida, aquí lo puedes hacer.