Los saltos al vacío de Sandra hoy la tienen haciendo música para cine

La risa de Sandra López Araque retumba en toda la habitación apenas iniciamos nuestra conversación, tal vez porque libera la alegría de estar viviendo uno de sus mejores momentos, pero también porque en ella se refleja esa seguridad que le dio el salto al vacío que hoy la tiene viviendo en Nueva York. 

Cuando llegó el momento de elegir qué estudiar, Sandra estaba convencida, como ha pasado con muchas personas en Colombia, de que debía ser lo mismo que sus padres. Pero justo cuando estaba iniciando su carrera como ingeniera, descubrió que eso en realidad no la llenaba y con convicción, pero también con miedo, decidió dejar la ingeniería para decantarse por la música. 

“Fue un salto al vacío, porque yo no sabía nada de música” afirma Sandra entre risas y empieza a contar por qué decidió especializarse en flauta, asegurando que había sido el único instrumento con el que había tenido relación en su vida. “Es que como a muchos, a mí también me dieron clase de flauta dulce en la primaria y ahí aprendí a tocar el cumpleaños y otras más” dice. La universidad representó su primer gran reto, pues al no tener casi conocimiento musical, tenía que esforzarse más para aprender y sobresalir en la academia, esto la llevó a pasar momentos difíciles, pero también a generar lazos muy fuertes con sus compañeros. 

“Yo siempre le había dicho a mis papás que iba a vivir en el exterior y apenas pude, empecé a hacer realidad ese sueño”. Y es que con un compañero pianista que sabía dónde seguir especializándose y aprender sobre sus instrumentos, decidieron emprender el viaje en 2019 con rumbo a Estados Unidos con la intención de hacer maestrías en música. Un nuevo salto al vacío, pues representaba llegar a una ciudad nueva, con múltiples culturas y con todos los prejuicios que se pueden construir en el camino. 

Sandra asegura que al principio fue muy complicado, pues cuando ya pudo ingresar a estudiar la maestría en Nueva York, fue cuando se recrudeció la pandemia por COVID-19 y eso la llevó a aplazar por un tiempo el inicio de este nuevo proceso. Pero poco a poco descubrió la razón por la que estaba allá. 

No sabe si fue la multiculturalidad de Nueva York o las personas con las que compartió aulas, conciertos y demás, pero poco a poco fue tejiendo una red de contactos que le permitió abrirse camino en diferentes esferas musicales. Empezó probando suerte probando en orquestas, luego ofreció clases y finalmente encontró el rumbo, porque como dice “desde que tomé la decisión de estudiar música, todo se fue alineando” y suelta la carcajada. 

La maestría la llevó a conocer nuevos músicos de todas las latitudes, personas involucradas en el mundo de la industria musical, más allá del mundo orquestal y de la música clásica. Empezó a relacionarse con mujeres músicas de todo el mundo, “descubrí que había otras formas de ejercer mi profesión y poco a poco me fui acercando a la música para cine”, asegura Sandra. 

En esa incursión en la música para cine, participó del cortometraje “Chico Virtual” dirigido por Olivia de Camps, que ha sido ganador de múltiples premios y en el que la flauta de Sandra se escucha para acompañar las escenas que se viven en el corto; este fue el primero, pero no sería el único. También ha acompañado otras piezas audiovisuales como el documental “Come home, my child” de la directora Jasmine Chinhui, o el cortometraje “The Qingming Kid” del director Austin Chen. Todos, resultado de un trabajo juicioso que le ha llevado a escalar en el mundo musical. 

Pero no sólo ha hecho música para audiovisual, también ha participado diferentes álbumes de músicos interpretando la flauta y formando parte de un selecto grupo de músicos e instrumentistas invitados a formar parte de estos proyectos grabados y disponibles en plataformas digitales.

Hoy Sandra es miembro de la Recording Academy – GRAMMY U, de la comunidad de mujeres Women in music y está encaminada en el proceso de seguir tocando puertas para continuar con la interpretación y composición de música para cine. Pero no sólo para ella, sino para abrir una nueva posibilidad de desarrollo de la industria musical para mujeres latinas, ya que en estos años ha descubierto que el trabajo en red, las recomendaciones y la construcción de comunidades, le ha dado frutos inimaginados. 

La música de Sandra seguirá sonando y su nombre se escuchará cada vez más, ya que en Colombia está empezando a construir procesos de cocreación y colaboración con otras mujeres músicas, para así mostrar su camino, conocer el de otras y solidificar una industria que sea más incluyente para con ellas. Además ahora se desempeña como mentora en Sound Thinking NYC a jovenes mujeres que estan empezando su carrera en la industria musica, convirtiéndose en un referente femenino en la región y anhelando seguir desarrollando procesos de composición musical tanto para cine, como obras que puedan interpretarse y reproducirse en otros formatos.