Si nos sentamos a pensar en la familia y la vida social colombiana y hasta latinoamericana, la encontramos edificada con base en vacíos, ausencias y, lo que nos tiene hoy aquí, abismos.
La ausencia de los padres en la crianza, la ausencia del amor en el matrimonio, la ausencia de la familia, la ausencia de ganas de vivir. Todo se resume en Los Abismos de Pilar Quintana.
Una familia de clase media en Cali narrada desde la óptica de una niña de nueve años es lo que se encuentra encerrado en doscientas cuarenta y seis páginas donde, como si se tratara de una película de acción, todo el tiempo estás al borde de la silla, esperando que algo muy grave pase.
Y es que eso son los abismos: todos esos miedos encerrados, construídos y materializados por esa niña, que se llama igual que su mamá y que quiere sentir lo que siente su mamá, para entender por qué tienen la relación que tienen.
El libro nos sumerge en el matrimonio de sus padres, en los vacíos de ambos, tanto de padres, como de familia; en la distancia; en hacerse solos en una ciudad y heredar un negocio familiar que posiblemente no es su deseo seguir creciendo. En el machismo con el que muchas de nuestras madres y abuelas tuvieron que lidiar toda su vida, impidiéndoles estudiar y construir un proyecto profesional porque su única razón para estar en el mundo era casarse y tener hijos.
También es un reflejo de todo ese aguante que tuvieron los matrimonios “por no hacerle daño a los niños y las niñas”, permitiendo traiciones, silencios, desplantes y ausencias constantes y, más que cualquier cosa, Los Abismos son esas tristezas que llenamos con otras cosas y de las que no nos hacemos cargo.
Me sorprendió el eufemismo de la alergia para simbolizar el abismo más imponente y doloroso de todos, ése en el que la depresión aparece y hace que la mamá de Claudia, la niña protagonista, se sumerja en un deseo de no seguir viviendo. Autodestruyéndose, buscando maneras para salir de ahí y tratando de encontrar razones para seguir viviendo.
Y es tal vez ese miedo de caer en el abismo, lo que nos mantiene al borde de la silla. La muerte rondando todo el tiempo, el dolor, la separación. Todo narrado impecablemente por Pilar, que pareciera que su labor en el mundo es hacer parecer que la literatura es algo fácil, porque con sus libros se ha encargado de describir lo duro de la vida, para que sea entendido por todos.
Por eso, si en algún momento quiere sentir lo que puede imaginar una niña mientras ve cómo su familia sigue adelante, este libro es una buena razón para hacerlo, para llorar, para reconciliarse e, incluso, entender muchas de las cosas que pudo sentir en algún momento de su infancia.